lunes, 18 de mayo de 2009

Ipso Facto

Hay días que no amanecen. Hay días que permanecen totalmente quietos, inmóviles, espectantes; como animales agazapados que indefectiblemente están a la asechanza de algo, algo que quizás somos nosotros y quizás no, algo que quizás escapa a nuestros sentidos. Hay días que no anochecen, sino que se desgastan y se consumen, y hay días que parecen aletargados, cansados y faltos en energía. Así generalmente nos sentimos estos días que nos tocan existir y habitar entre las sombras del mundo que vemos, observamos, tocamos y, a veces, saboreamos.

Estos días nos sentimos como los animales en invierno, y aunque no tienen una estación en particular, no es difícil encontrarnos en una tarde nublada de otoño dándonos cuenta que ése es uno de esos días, o vernos mirando las gélidas estrellas invernales y pensando en esas caracolas sin fin que son los pensamientos especulativos.

Es curioso. Usualmente estamos tan arraigados a nuestro modus vivendi, o estamos tan acostumbrados a que las cosas se desarrollen de una determinada manera, que necesitamos que suceda un evento de índole demasiado violenta como para deternos a observarnos, deternos a observar el mundo e intentar buscar un porqué.
Porque de eso si que no escapa nadie, ninguno, por lo menos, de los seres humanos que he conocido hasta el día de hoy. Nadie intenta vislumbrar la esencia, nadie deja escapar los detalles y saborea con toda la lengua el momento, las personas, la vida.
Nadie

Todos nos preocupamos en el fastidioso Por Qué

Y es ahí donde está el error, o quizás no el error, sino la falta de alternativa. Todos cazamos los Porqués como si fueran brujas, como si fuesen dignos de ser extintos y ahogados bajo muchas almohadas, como si no hubiera otra alternativa que dejarlos fuera del mapa y de las consideraciones. Los días que no amanecen no cazan los Porqués: los dejan ser y corretear alrededor suyo, y los dejan poblar las colinas y las nubes que se agolpan delante del sol. Y una vez que se dejan de cazar a esos pequeños gnomos que son los Porqués, pueden encarar la contemplación y el verdadero disfrute de la esencia, del gusto de ser un día.

Por eso estos días no amanecen. Estos días simplemente son, como todos deberíamos ser. Pero hete aquí la pregunta clave, que desencadena toda este palabrería inútil: Que es simplemente Ser?
Si todos tuviéramos una respuesta a esta pregunta, es probable que la vida humana estuviera planteada de otra manera. Pero no creemos en la universalidad, no creemos en las generalizaciones y no creemos en nada que pueda generar una institución, por lo que descartamos este pensamiento lineal.
Ser es un asunto demasiado personal, y cada uno sabe cómo y donde ser lo que debe y quiere ser.

Os invito a dar unos pasos, una vuelta, unos saludos.
Tomar uno, dos, tres mates y seguir caminando hacia el horizonte.
A Admirar el día que solo quiere ser, y a ser el día que solo quiere admirar.

1 comentario:

  1. Observó el reloj una vez más... las 8 de la mañana... Debía ir a trabajar. Generalmente caminaba aquellos kilómetros sin problema... Pero la oscuridad cerrada le detenía el pecho en una inspiración infinita. Le daba miedo ese no amanecer, ese cielo sin estrellas, esa oscuridad que se cernía sobre todo, sobre todos, sobre ella... Un beso dulce la despertó, la luz entraba despacio y cálida a la habitación. "Estabas soñando algo feo...", le murmuró medio dormido. Ella sonrió y se acurrucó en su cuerpo. Amanecía, él estaba allí...

    PEROOOO... ¿por qué? JAJAJAJA... Si no existieran por los: Por qué? no existirian los: Porque... Y una explicación dulce y detallada del por qué se roba un beso, por qué la gente siente, por qué hay maldad, por qué hay muerte, por qué todo sobrevive a esto, por qué sigue habiendo amor...

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