martes, 5 de mayo de 2009

Enfermedad

Insomnio otra vez, Té de Hierbas y boludeces por el estilo. A escribir un poco

Él se sacude sin moverse, con sacudones internos que destrozan lo que le queda de integridad. Poco importan sus pulmones, pero los siente como si se hubiesen encogido: cada vez respira menos y más rápido, con bocanadas que parece que van a dejarlo un poco fuera de esta tierra. El cuerpo le duele con un dolor interno, generado probablemente por los sacudones. La cabeza es una implosión de dolor.

A pesar de todo, el dolor es relativamente anecdótico. Toda experiencia trae algunas moralejas y unas buenas excusas para poder aprender a molestarse mutuamente. No suele enfermarse seguido: todo lo contrario, es la sanidad con patas. Siempre alegre, enérgico y entusiasta, vive alegre cuando no le cierran la puerta en la cara.

La enfermedad le trajo una nueva manera de aprender a respetarse y a darse tiempos. Los pulmones, diminutos y arrugados como pasas, albergan poco aire y se siente sofocado. Si intenta respirar un poco más, la tos lo quiebra en dos, en ataques que duran unas isete o diez arremetidas. Y escupe sus insultos, su descontento, y pedazos de su garganta.
No solo camina con toda la enfermedad pegada en la piel. No solo come en demasía y bebe muchos líquidos calientes, esperando que ese estado irritante pase mágicamente. No solo descansa mal y poco.
No. La enfermedad lo lleva a un nuevo nivel, totalmente olvidado para él.

Se jacta de ser imaginativo, de ser una suerte de escritorzuelo. Se jacta de ser muchas cosas que últimamente no es. La enfermedad fue como destapar un baúl cerrado durante mucho tiempo, como alcanzar un umbral lleno de polvo. Como en los viejos tiempos, sus sueños son pesadillas eléctricas, breves como chispazos de interferencia en una radio. Como en los viejos tiempos, se levanta murmurando argumentos, personajes, ideas. Como en los viejos tiempos, no sabe cómo mantenerlos vivos. Como en los viejos, viejísimos tiempos... sus historias que ya están plantadas y tienen base firme se vuelven contra él, destrozándolo.
Como en los viejos tiempos, la escritura se vuelve introspectiva, catársica, terapéutica. No lo hace por gusto, lo hace por necesidad. No escribe por voluntad: si por él fuera, estaría durmiendo mientras el mundo se cae. Otra vez el viejo sentimiento de desgano triunfa sobre él. Otra vez la sensación de desazón, de estar ocupando un lugar plagado de inutilidad en el mundo, aborda y encalla en su mente.
Otra vez se siente como hacía mucho que no se sentía, y las hojas caídas de un otoño hermoso ilustran su propia caída a viejos vicios.

Era de mañana cuando regresaba a su casa, el cansancio sobre los hombros y la enfermedad... bueno, caminando a su lado. No tenía tanto imperio sobre él entonces. Caminaba mirando el suelo, la calle, las piedrecillas. El día arañaba el horizonte de a poco, con menos energía que él.
Cuando alzó la mirada, una brisa sopló, despejándole el rostro de cabellos. Y como si todo aquel momento tuviera una chispa de aquella magia que trajo consigo de sus viajes, ve como la misma brisa que le arrancó los cabellos de la vista arranca un centenar de hojas de un árbol cercano, doradas, hermosas y diminutas, que caen danzando su danza de las estaciones a la tierra.

Y él quisiera detener ese momento, mientras las hojas aún están en el aire. Pues entonces es feliz, y la enfermedad no lo ha desgarrado todavía. Él quisiera verse desde fuera, él quisiera detener el tiempo y poder reponerse. Él quisiera que algunas cosas duraran más, mucho más. Él realmente quisiera poder estrechar su mano con la del destino.

La enfermedad lo sacude y quiebra algunas estructuras, mientras recuerda ese momento. Y, poquito a poco, lo que no quería ver se alza ante él. Y el Insomnio y el Té de hierbas no sirven tampoco. Nada sirve para abarajar la inminente rotura de la que, está seguro, no saldrá ileso.
No obstante, no cede. Rendirse no es una opción.

Y saborear aquellos momentos, cosa que pocas veces logra, le llena de una sensación casi olvidada... la misma sensación que se llevó de muchos lugares, de muchas personas.


Videíto de la letra de la canción que sigue abajo

We chase misprinted lies
We face the path of time
And yet I fight
And yet I fight
This battle all alone
No one to cry to
No place to call home

Oooh...oooh...
Oooh...oooh...

My gift of self is raped
My privacy is raked
And yet I find
And yet I find
Repeating in my head
If I cant be my own
Id feel better dead

Oooh...oooh...
Oooh...oooh...




Dioses, como odio esta porquería que estoy escribiendo...

1 comentario:

  1. Y mirando desde los tejados, con el cabello alborotado, las mismas hojas otoñales envueltas en sus mechones oscuros, sonríe, pensativa. Se acerca, lo sigue, lo espía en los rincones de aquel camino que recorren juntos, enfermedad, muchacho, sombra, dia que se acaba y ella.
    Ya de noche, se cuela por las cerraduras, las ventanas mal cerradas, las puertas que se abren por ultima vez en el día.
    Cuando él va a dormir, cansado, pensando que otra noche no podrá ver sus sueños, ella se acerca tira lentamente la cabeza de él hacia atrás y le da un beso cálido en la frente, deséandole que se recupere...
    Se escapa como un ninfa traviesa, hecha sombra, aire y noche...

    La porquería que estás escribiendo tiene el sentido propio de la enfermedad: es un sinsentido...
    Y es un sinsentido, porque con una sabiduría propia de los sinsentidos estás describiendo como en un momento, una fracción de segundo, te
    encontraste con tu alma...

    ResponderEliminar

Críticas, dudas, comentarios, curiosidad, insultos... cualquier cosa que deseen comentar.-