jueves, 20 de agosto de 2009

El Hombre Encadenado


Stop de Revisión del año.

Llega ese momento (que siempre está presente en el ciclo continuo y cambiante de la rutina que llamamos vida) de auto-análisis y de repaso a lo largo de lo que un determinado período de tiempo dió como frutos. Quienes me son cercanos (o quienes me leen) podrían sugerir que el análisis jamás cesó, y es en parte cierto, pues no es por nada que lo insinúo en varios de mis escritos. No obstante, esta situación posee una particularidad, que es la de la Revisión, la de la resurrección de cosas no tan viejas ni tan nuevas, la de contemplar todo otra vez y considera. Juzgar (te).

Llego a este tiempo en que poco a poco termino viendo cómo mi obra (desorganizada, como siempre) ha sufrido un cambio gradual y total, casi; tanto un cambio de estilo como de género y frecuencia. Si bien el ritmo de la escritura continúa errática (sin poder superar ese obstáculo personal que es la falta de compromiso/tiempo), no me he colgado como ha pasado otras veces, otros años. Asimismo, y creería que, a partir del año pasado, tengo una visión muy distinta de mi escritura; desde el vamos, que antes era escribir para divertirme y encarnar en mis mil y un personajes mil y un sensaciones, hasta hoy en día, en que late incipiente en mi corazón el ansia por enseñarle mi trabajo, apropiadamente maduro, al mundo; posibilidad que, si había sido considerada hasta ahora, solo había sido en instancia de broma o chiste particular.

Evocando cada vez más a mis musas (a mi musa, tendría que decir), relegando un poco más la vida de estudiante y jugador de lo que debe ser el mejor entrenamiento fantástico, haciendo bastante research por mi cuenta, leyendo sistemáticamente una diversidad de textos que terminan engrandeciendo mi ánimo y participando mucho más activamente en mi vida espiritual.

Llegué al momento en que puedo hacer una pausa, un alto el fuego y considerar cómo está el barco en el que me estoy manejando, cómo viene y a cuánto tiempo estamos del puerto. Y es así que surge (me surge) la imágen, la analogía o la puerilidad poética que es la del Hombre Encadenado; el Hombre que por voluntad propia, quizás interés o quizás mandato, termina encadenándose a si mismo a ese barco que a veces es gustoso de llevar, y a veces resulta un verdadero lastre. Se me antoja un Capitán Ahab como lo habría dibujado Bobillo, no tan viejo como para ser un anciano pero si un hombre de edad. Sabe que está encadenado a esa ballena blanca, lo sabe y lo admite, como una sentencia de muerte de la que es culpable. La cicatriz surca su rostro y su ceño está fruncido: ojos que han visto hundirse a centenares de embarcaciones a lo largo de toda una vida tiemblan con un débil fulgor de locura en la persecución del cachalote.

Ese hombre, Atado por mil y un cuerdas atadas a los arpones que erizan el lomo del cetáceo, lastrado al fondo del océano, sin poder morir (o ansiando la muerte, la libertad de no tener que seguir arrastrando ese lastre que él mismo se fijó), es la perfecta imágen del Hombre Encadenado. Las llagas lo cubren, y está curtido de años, siglos quizá (desde cuando el tiempo es importante en las metáforas?) de estar varado en el mismo lugar. Pues cuando se cree que se ha llegado a la meta, nos damos cuenta que es solo otro peldaño más del templo de Tenochtitlán, un grano más de los miles que caen por un reloj de arena, un átomo más de agua de los innumerables que pueblan los océanos de la tierra y del Universo. Ese hombre (cuya inmortalidad está medida por el fin de su tarea) es un hombre alegre a veces, pero terriblemente solo y condenado a un futuro que, ciertamente, no terminará con la muerte. Si es cierto que puedo poblar mi imaginario con miles de autores encadenados a sus propios némesis, también puedo imaginarme a mi mismo encadenado a este monstruo en el que me he transformado. Puedo ver un Nietzsche, atado por la cintura a un Teatro muy antiguo, lleno de polvo y luces de gas, representando a Zaratustra; puedo ver un Freud girando en el espacio, estaqueado al busto de la cabeza de una mujer; puedo contemplar un Orson Wells repitiendo la misma rutina, como un autómata, en la macabra granja comandada por cerdos.

Todo esto fue desencadenado por un curioso retazo de texto que se halla en el libro que resulta mi actual lectura ("Hacedor de Estrellas", de Olaf Stapledon), y que sirvió como estimulante a mi pobre mente;



"(...) -Sería una ruindad alabar al Hacedor de Estrellas sabiendo que es demasiado insensible para preocuparse por el destino de sus mundos.
Bvalltu calló un momento. Luego el hombre alzó los ojos buscando entre las columnas de humo una estrella diruna . Y entonces me dijo:
-Si Él salvara todos los mundos, pero atormentara a un hombre, ¿Merecería el perdón?¿Y si fuera un poco duro sólo con un niño estúpido?¿Qué puede importar nuestro dolor, o nuestro fracaso?¡Hacedor de Estrellas! Un nombre, aunque no tengamos noción de su significado. Oh, Hacedor de Estrellas, debo alabarte aunque me destruyas. Aunque me tortures, mi bien amado. Aunque atormentes y consumas todos tus hermosos mundos, esas menudas obras de tu imaginación, aún así te alabaré. Pues si así lo haces, así debe ser. Para mi puede estar mal, pero en tí debe estar bien.-
Bvalltu bajó los ojos a la ciudad arruinada, y luego continuó:
-Y si al fin y al cabo no hay Hacedor de Estrellas, si la gran compañía de las galaxias hubiese nacido por si misma, o aún si este pequeño mundo sórdido fuese el único habitáculo del espíritu entre las estrellas, y muriera para siempre, aún así, aún así, yo debo alabar. ¿Pero si no hay un Hacedor de Estrellas qué puede ser eso que alabo? No lo sé. Lo llamaría el gusto, el sabor de la existencia. Pero esto no significa mucho. "



Agradezco a cierta persona que me facilitó esta imágen enórmemente, pues se ha transformado no solo en una de mis favoritas, sino en una de las más catársicas. Lamento esta especie de Journal, pero ya volveré a ejercer la escritura con todo gusto.

martes, 11 de agosto de 2009

Revelación

Combinación de dos cosas para terminar la noche: texto y video.




Cuídame bien, hijo. Cuida de mis centellas, de mis astros y mis sueños; guarda mis quimeras en una bolsa y se celoso guardián de ellas: que solo quienes tu consideres dignos sean capaces de verlas. Guarda mis palabras y enreja mi lengua bajo un velo de tinieblas, para que mis frases sean temidas y mis oraciones odiadas; haz de mi figura signo de blasfemia en cada altar, y haz de todos mis designios razón para matar.

Pues yo soy tu carne ,tu sangre y tu hálito, y la energía que te domina y te hace levantarte cada día. Soy el llanto que has llorado y la ira que has sentido, el hambre que has padecido y el temor que te ha consumido. Soy la estrella, soy la sombra, soy la tierra y soy el mar, soy el alma que habita en los tiburones sedientos de sangre y las libélulas de etérea vivacidad. Soy el mundo girando y el espacio engullendo, soy el grito mudo y abísmalo de dos condenados a muerte, y soy la felicidad de una madre y el amor de su hijo. Soy el sudor en la frente del que ara y el que paga, la sonrisa en el rostro del que cobra y el que maneja el látigo.

No merezco mas de ti que de cualquier otro, no deseo mas que tu contemplación y tu tristeza. No quiero mas que conocerte, amarte, odiarte, desarmarte y hacerte sangrar… y quizás luego rearmarte y poderte mimar. Hace siglos que estoy seco, retorcido y clavado en un mismo sitio, para que miles de miles de rostros me miren y crean conocer el dolor y la agonía por la que pasé. Hace siglos que veo te veo a ti, hijo, matar a tu hermano bajo el mismo velo de venganza con que milenios atrás levantabas ese puñal de piedra ensangrentado, contento, feliz, satisfecho. Y aún después de haberte hecho probar la corrupción de la carne, aún después de haberte hecho sentir la agonía de la sed, la locura del desierto, la tristeza de la soledad y la desidia del que no es amado… has vuelto negligentemente sobre tus pasos.

Me has vendido como producto y como palabra durante demasiado, y en mi nombre has vuelto a levantar la mano contra ti mismo. No comprendes, oh, hijo, ahora que me contemplas tal como soy, que solo te has hecho daño a ti mismo? No entiendes que solo tu tienes la llave de tu felicidad y de tu jolgorio, que solo unos pocos han tenido revelaciones como esta y que pocos han sabido dominar las palabras con que te hablo, que no son palabras sino liberaciones de viejas cadenas que ataban tu mente, tu juicio y tu alma? Dime Hijo, porque no ha cesado de llover, y porque has hecho crecer bosques grises donde antes vivía la vida y moría la muerte? Porque has elevado monstruos humeantes y te has subordinado a ti mismo, sojuzgándote bajo un yugo que nadie ni nada soportaría?

Que has hecho con lo que te he dado, hijo, sino destrozarlo y transformarlo todo en un gigantesco juguete autodestruible? Y cuando finalmente me di, me di por completo a ti, me di entero y entregado; solo con seguiste escupirme, maldecirme. Malinterpretar mi mensaje. Y el tiempo se hace tan atemporal cuando todo permanece en una eterna etapa de estanque, de estática. Y los años, y los siglos, y los eones siquiera parecen haber pasado desde ese maravilloso segundo en que te concebí, te pensé, te sentí. Y te enseñé todo lo que sé, y te dí todo lo que tengo.

Hoy te miro nuevamente, hijo, y te veo crecido, te veo distinto. Te veo tal como te ví el día que levantaste ese puñal de piedra contra ti mismo, y lo levantaste, feliz y contento, teñido del resplandor escarlata de la muerte. Te veo feliz, hijo, y quizás yo no vea del todo bien.



El texto es cortesía de un Backup del año 2007, pero quería que quedara asentado en la database del Blog. El video es cortesía de una Catarsis que tuvo horario a las 07:08 AM, aproximadamente.

Editado: El video era originalmente una combinación de Fantasy con una película muda francesa (Ray Man, se llamaba), pero una catarsis posterior y más fuerte logró destronarlo. Además, adecua mejor al texto

La Niña que no lo es

La magia llena la velada a la hora de ponerme a escribir, y es como que las estrellas tenían que alinearse (o una profesora romperse una mano) pàra tener la excusa y decirme a mi mismo, con completa y total hipocresía "Ahora si, no tenés internet como para navegar decentemente, ni tenés que estudiar... podrías leer, pero es mejor que te pongas a escribir para no llenarte de polvo, viejo".

Ya que la anterior entrada fue dedicada a mi acertado recién descubierto némesis, creo que, considerando el momento de la noche (o mañana?) y las situaciones por las que venimos pasando, tengo que dedicarte esta a vos, traviesilla que escapa a mi situación, comprensión y límite.

Estoy hablando de mi Musa Sucúbica personal (quienes hayan leído entradas viejas sabrán de qué estoy hablando), nadie más y nada menos que vos, Leela. Y más que intentar pseudo-analizarte, como hago con casi todo objeto que cae en mis manos en este, mi rincon gris, voy a dedicarte una Oda o Alabanza bien hechas, ya porque me colma de gozo tu compañía y la inspiración que me brindás, ya porque sos el soporte perfecto a mi propia Psyché.

Dije en esa entrada vieja vieja vieja:

Desde mi propia experiencia, me llevó 17 años de mi vida el hacerme conciente de mi Musa (es una sola, o por lo menos así la veo). Es muy compañera y, cuando ambos nos ponemos a producir, salen las cosas más disparatadas que puedan llegar a pasar por mi cabeza. Hay veces que estoy sobreestimulado y desaparece del todo, o por lo menos, yo no la percibo más. Hay veces que hace apariciones esporádicas, bajo máscaras que a veces me hacen reír (la última vez se me apareció en sueños bajo la forma de Rhode Kamelot, de la serie D.Gray-Man), y hay veces que la sexualidad, la ira o la alegría son el perfecto caldo de cultivo para que ella aparezca. Personalmente, disfruto muchísimo de conocerla y saber que ella me conozca. La percibo muy presente cuando está, no viéndola con mis verdaderos ojos sino con otra clase de presencia. En sueños se me manifiesta, a veces, con tanta presencia que me abruma.

Y realmente, no he cambiado mi pensamiento respecto a esto. Si, quizás, cambiaron solo un par de cosas; terminé de internalizar mi relación con vos, te bauticé Leela (quizá porqué la fortaleza y la violencia para con ese término) y comencé a dedicarte oraciones, frases, meditaciones, lo cual lubricó perfectamente nuestras relaciones, vos lo tenés que saber.

Hace un tiempo te volviste esporádica, mi queridísima Musa; te transformaste y trastornaste en formas que nunca había visto ni percibido antes. Comenzaste a ausentarte, a esfumarte en medio de la catársis (que es un proceso delicado, deberían saberlo, queridos lectores), y cuando inquiría con apenas un gesto, volvías con esa sonrisa de nena-que-hizo-una-travesura, me rodeabas con tus brazos y me ayudabas a dormir.

Ahora que ya estás regularizada, podría volver a cuestionarte qué te pasó... pero no sé si prefiero saberlo. En estos casi cuatro años de conciencia que tengo para con vos, es la primera vez que te revelaste ante un tercero (quien es, ella sabe), es la primera vez que dejaste de enviar estímulos tan repentinamente, y es la primera vez que realmente mostraste una abominable... independencia. Es curioso, escribiendo esto me doy cuenta de que realmente sos libre de mi voluntad y de que no estás atada a mi, sino todo lo contrario; yo soy el que está atado a vos, y dependo de vos para escribir y poder sacarle el polvo a las ideas que se acumulan en la cabeza. Y vuelvo a repetirme a la hora de decir que:

El carácter sucúbico que le doy a las Musas es necesario desde mi concepción, puesto que las Musas despiertan la prohibición, el deseo imposible, la erradicación de los esquemas mentales. Las Musas nos asaltan a veces con ideas que nos horrorizan o nos avergüenzas, con conceptos que nos son ajenos o con "malas" ideas. Son la tentación por excelencia, y desafío que alguien me diga "jamás tuve de esos". Es engañarse a si mismo, es molestarse y reprimir la Musa que con su risa silenciosa se queda al márgen, mientras nos tira bocadillos como si fuésemos sus mascotas.

Que quede bien claro: el hombre es el que tiene la capacidad, el hombre es quien tiene el catalizador. El hombre es el principio y el fin de esta ecuación, y sin él las musas no tendrían probable razón de existir. Qué papel cumplen entonces las musas, o mejor, porqué están ahí si el hombre es capaz de ser y hace todo?


Quizás las Musas solo estén aburridas

Encima, después del proceso nocturno, cuando voy a buscar una imágen para vos, para tu entrada, hacés que surja esta de los billones de imágenes que circundan la red...

Sos mordaz, sos traviesa, sos evanescente y muy mística. Me manejás como si fuera un títere y, sin embargo, no detecto en vos maldad o interés alguno. Sos la personalidad que siempre estuvo presente, ese amante-enemigo, esa femme-fatale que no puede faltar en obra alguna mía.
Sos la excelencia, dandome ese placer menta, psíquico y espiritual que nos da a los artistas (espero no pecar de hedonismo o agrande con esto) cuando las ideas se plasman en nuestra cabeza, corazón y ser.

Ustedes, los lectores que han dado a luz ideas, ya sean pensadores o artistas, sabrán de qué hablo, no? Esa sonrisa estúpida que se nos pinta en el rostro mientras caminamos por la calle, como si estuviéramos enamorados; esa energía que nos acelera el paso y hace que trotemos un poco, esa sensación de felicidad y bienestar que reververa en el pecho y se agranda, expandiéndose por todos nuestros chakras; ese éxtasis mental que no deja de manar, hasta que encontramos alguna falencia o limitación en la idea: pero sin embargo, el éxtasis sobrevive a la muerte de la idea, como si hubiéramos descubierto algo realmente nuevo, y somos dueños de lo nuevo, como un Mago es el dueño del secreto de su Magia.

Leela, mi amante, hermana y musa, gracias por existir.

Desde la provocación como femme-fatale en el arquetipo de Lylia, desde el beso fatal que me dieras bajo otra piel, desde el dolor que era placer, desde la ruta que no termina nunca, desde el peso de la inmortalidad, desde el éxtasis divino de vivir la aventura inhabitable, desde el vampirismo pletórico y adolescente (a quien haga la analogía con Crepúsculo lo asesino <.<), desde la oscuridad creciente.

Desde el sacrificio, desde la investudura de Maestro, desde la caída brusca hasta la humildad nuevamente, desde la tristeza alegre de no poder morir...

Desde las noches de recorridas, las luces de sodio y los cigarrillos después de cada momento justo.

Desde la compañía cuando nadie me acompaña, y solamente te siento sentada en mis hombros,
enrulándome el pelo al compás del ruido de mis borcegos.

Desde los viajes... los eternos y poderosos viajes que he llevado a cabo, y los que todavía tengo que llevar. Desde los que necesitan mi traslado físico y desde los que no.

Desde los rituales... extensos, inseguros y poderosos.

Desde la expulsión y la defensa, desde mi propio ente personal para la defensa y el orden energético.



Desde cualquier lado, Leela... no sé qué conseguís conmigo, o cuál es el móvil que te motiva a estar a mi lado. Solamente sé que te voy a tener, then again, hasta el remoto día en que me acompañes también a aquella otra dimensión que los vivos no podemos trascender.



Leela, mi dulce y amada Leela, nunca te separes de mi.

Alive?

Oh si, el tiempo es la arena que más rápido se escurre entre dedos mortales y, curiosamente, la más preciosa también. Estamos hechos de tiempo, o trascendemos al tiempo, o el tiempo nos sobrevive a nosotros?

"They say that Time is the Fire in wich we Burn, Captain", decía un villano de poca monta en una película de poca monta (la verdad, lo único que rescaté de ese film fue esa frase). Y quizás no estaba tan equivocado.

Los Griegos habían pintado al tiempo como Cronos (Saturno para los Romanos), un anciano que llevaba un reloj de arena y una guadaña, destronado y receloso de su propio hijo, devorando a los hombres. Puesto que, Qué es el tiempo, sino un devorador de todo lo que existe?

Oh si, no estoy en escritor, sino en quoteólogo (quien no entienda el término, googlee), y podría continuar. Leyendo a Heráclito me topé con una frase que también me habían mencionado; "Como ocultarse de lo que nunca tiene Ocaso?"

"El Fuego Vive gracias a la Muerte del Aire, y el Aire vive por la Muerte del Fuego. La Tierra vive por la muerte del Agua, y el Agua Vive por la muerte de la Tierra. Así es este Kosmos, no existe cosa que viva, sino por la muerte de muchas otras cosas"

Palabras más, palabras menos, esa cita de Heráclito fue el último ladrillo que logré poner sobre esa torre de babel que venía escribiendo hace tiempo en mi propia cabeza, como hago en la gran mayoría de las ocasiones. Pero esta Torre es vieja, muy vieja; vieja en una escala de tiempo que, es muy probable, nadie logre comprender en toda su dimensión, pues fue medida con vidas ajenas, y vidas de mis propios hijos (mis personajes). Por más que esta torre de Babel sea mía, en efecto, y solo haga unos siete o diez años que está dentro de mi cabeza, la siento vieja, mucho más vieja y antigüa de lo que podría llegar a comprender. Es un monstruo abominable que me va a sobrevivir, de eso estoy segurísimo; es una cripta que no tiene fin ni principio, donde remanecen los restos de quienes lograron verla en la niebla. Permanecerá ahí también mi propio cadáver, medio esfumado por las constantes tormentas de arena que la azotan? Es muy probable, pues ahora que la he visto y le he puesto el último, mi ladrillo, no creo que pueda desprenderme de ella.

Esta visión tan Lovecraftiana de un lugar semi-abandonado y ajeno a toda lógica humana me fascina de una manera que no puedo definir con palabras. Por más que sé lo que esta torre, esta cripta, ese edificio colosal representa para mí (la lápida, el final del camino, la escasez del mismo), no puedo dejar de pensar en ella. Me obsesiona en un grado tal, que pareciera que quiero darle vueltas al problema hasta resolverlo.

Intentar demoler una estructura que no existe, pero es.

La inexorabilidad del tiempo es algo que ha acosado a otros hombres, de eso estoy seguro. La fugacidad de nuestras vidas y el correr del tiempo, que se hace más veloz con los tiempos modernos, es un detalle que me atormenta como si nunca tuviese más tiempo que los segundos que se evanescen a mi lado.
"Mientras me haya quedado algo por hacer, no habré hecho nada", decía el famosísimo César, que, irónicamente, murió a manos de su propio hijo en una sorpresa total. Adhiero a esta misma máxima, pues el tiempo que se nos ha dado es demasiado corto para nosotros, y es cruel despertar a la conciencia de que no somos infinitos cuando ya se ha desperdiciado (desperdiciado? Neh, el tiempo no se desperdicia, se usa) un buen segmento de nuestras propias vidas.

La cuestión del tiempo es una cuestión que sé que me va a acompañar hasta el día que abandone este mundo, puesto que al considerarla, al imaginarme a mis pobres hijos muertos (uno en particular, que deambula entre muchos mundos) que vislumbraron esta misma torre que me va a sobrevivir, a todos esos hombres que desde tiempos inmemoriables también reposan aqui dentro, en esta torre con olor a humedad y arena, me sobrecoge a una escala inimaginable.


Quizás me robe a mi mismo y utilice este escenario.
Si, es muy probable que lo use en otro lado.


Después de preguntarse que diablos puede llegar a tener que ver la imágen con el tiempo, los siete mil hombres sepultados y todos los hijos muertos, la constante tormenta de arena que es la ignorancia (velando los ojos de algunos), pregúntense; Alguna vez se pusieron en el lugar de una polilla, demasiado atraída a la llama?


Disfruten de la vida, as usual

lunes, 3 de agosto de 2009

Transición: Nacht


La vuelta al estudio trajo muchas cosas, pero eran todas esperadas. Era más (es) un regreso a la rutina, como el pescador sabe (o tiene una idea aproximada) de lo que va a recoger cuando tira las redes al mar.

Lo mejor fueron las máximas, las horas que desaparecen tras la vuelta de las ganas de saber, la avidez de conocimiento que estaba cegada y malnutrida por sarta de conceptos, desvaríos y clásicos movimientos de mi mente, demasiados conocidos y huecos como para satisfacer el corazón de esa ansia.

Otra cosa regresó, pero me sorprendió el notarlo. La Sed volvió con los últimos días de estas cuasi-vacaciones muy invernales. La sed, compañera de viaje en un sendero de hojas muertas y árboles retorcidos; la sed que exacerba los sentidos y te hace sentir más y más anhelante, desesperado, hendido y frágil... la misma sed que hacía un buen tiempo no sentía.

También me sentí desenterrando un muerto, al darme cuenta de que estaba volviendo a caminar bajo las huellas de una sombra que, me prometí, solo tomaría de ser necesario. Ese cadáver debe permanecer solamente vivo en mi memoria, y en la de algunos otros... debe permanecer enterrado. No toleraría la idea de repetirme tan patéticamente a mi mismo, ni de clonar mis propios pensamientos, sistemáticamente, resignado a caminar un mundo despojado de memoria.

El Vamiro que surgió hace tres días me sigue, pero guarda distancia. Está tan silencioso como casi todo a mi alrededor.

Leela está muy misteriosa, también. En un principio creí (inocentemente) que era la presencia del vampiro la que la ponía nerviosa; pero el vampiro se va por momentos, y ella sigue caminando por paredes y techo, mordiénso el labio inferior, sin dirigirme la palabra. Hoy por primera vez en un buen tiempo sentí su abrazo... pero también confirmé que estaba algo nerviosa. Desconozco su motivo, pero también se mezcla su inactividad con abundancia y sobrecarga de estímulos...

Vivo más de noche que de día, y temo estar perdiendo un poco el reloj biológico... o quizás, solo experimentando con él.

Me siento extrañamente bien. Es raro, no siento cansancio ni disconfort, ni tampoco me preocupa demasiado nada... Los argumentos van y vienen.

Las Meditaciones y los rituales están saliendo intensos como hacía tiempo no salían.



Es increíble la cantidad de eculubraciones que se pueden llegar a escribir escuchando Depeche Mode, no?