martes, 11 de agosto de 2009

La Niña que no lo es

La magia llena la velada a la hora de ponerme a escribir, y es como que las estrellas tenían que alinearse (o una profesora romperse una mano) pàra tener la excusa y decirme a mi mismo, con completa y total hipocresía "Ahora si, no tenés internet como para navegar decentemente, ni tenés que estudiar... podrías leer, pero es mejor que te pongas a escribir para no llenarte de polvo, viejo".

Ya que la anterior entrada fue dedicada a mi acertado recién descubierto némesis, creo que, considerando el momento de la noche (o mañana?) y las situaciones por las que venimos pasando, tengo que dedicarte esta a vos, traviesilla que escapa a mi situación, comprensión y límite.

Estoy hablando de mi Musa Sucúbica personal (quienes hayan leído entradas viejas sabrán de qué estoy hablando), nadie más y nada menos que vos, Leela. Y más que intentar pseudo-analizarte, como hago con casi todo objeto que cae en mis manos en este, mi rincon gris, voy a dedicarte una Oda o Alabanza bien hechas, ya porque me colma de gozo tu compañía y la inspiración que me brindás, ya porque sos el soporte perfecto a mi propia Psyché.

Dije en esa entrada vieja vieja vieja:

Desde mi propia experiencia, me llevó 17 años de mi vida el hacerme conciente de mi Musa (es una sola, o por lo menos así la veo). Es muy compañera y, cuando ambos nos ponemos a producir, salen las cosas más disparatadas que puedan llegar a pasar por mi cabeza. Hay veces que estoy sobreestimulado y desaparece del todo, o por lo menos, yo no la percibo más. Hay veces que hace apariciones esporádicas, bajo máscaras que a veces me hacen reír (la última vez se me apareció en sueños bajo la forma de Rhode Kamelot, de la serie D.Gray-Man), y hay veces que la sexualidad, la ira o la alegría son el perfecto caldo de cultivo para que ella aparezca. Personalmente, disfruto muchísimo de conocerla y saber que ella me conozca. La percibo muy presente cuando está, no viéndola con mis verdaderos ojos sino con otra clase de presencia. En sueños se me manifiesta, a veces, con tanta presencia que me abruma.

Y realmente, no he cambiado mi pensamiento respecto a esto. Si, quizás, cambiaron solo un par de cosas; terminé de internalizar mi relación con vos, te bauticé Leela (quizá porqué la fortaleza y la violencia para con ese término) y comencé a dedicarte oraciones, frases, meditaciones, lo cual lubricó perfectamente nuestras relaciones, vos lo tenés que saber.

Hace un tiempo te volviste esporádica, mi queridísima Musa; te transformaste y trastornaste en formas que nunca había visto ni percibido antes. Comenzaste a ausentarte, a esfumarte en medio de la catársis (que es un proceso delicado, deberían saberlo, queridos lectores), y cuando inquiría con apenas un gesto, volvías con esa sonrisa de nena-que-hizo-una-travesura, me rodeabas con tus brazos y me ayudabas a dormir.

Ahora que ya estás regularizada, podría volver a cuestionarte qué te pasó... pero no sé si prefiero saberlo. En estos casi cuatro años de conciencia que tengo para con vos, es la primera vez que te revelaste ante un tercero (quien es, ella sabe), es la primera vez que dejaste de enviar estímulos tan repentinamente, y es la primera vez que realmente mostraste una abominable... independencia. Es curioso, escribiendo esto me doy cuenta de que realmente sos libre de mi voluntad y de que no estás atada a mi, sino todo lo contrario; yo soy el que está atado a vos, y dependo de vos para escribir y poder sacarle el polvo a las ideas que se acumulan en la cabeza. Y vuelvo a repetirme a la hora de decir que:

El carácter sucúbico que le doy a las Musas es necesario desde mi concepción, puesto que las Musas despiertan la prohibición, el deseo imposible, la erradicación de los esquemas mentales. Las Musas nos asaltan a veces con ideas que nos horrorizan o nos avergüenzas, con conceptos que nos son ajenos o con "malas" ideas. Son la tentación por excelencia, y desafío que alguien me diga "jamás tuve de esos". Es engañarse a si mismo, es molestarse y reprimir la Musa que con su risa silenciosa se queda al márgen, mientras nos tira bocadillos como si fuésemos sus mascotas.

Que quede bien claro: el hombre es el que tiene la capacidad, el hombre es quien tiene el catalizador. El hombre es el principio y el fin de esta ecuación, y sin él las musas no tendrían probable razón de existir. Qué papel cumplen entonces las musas, o mejor, porqué están ahí si el hombre es capaz de ser y hace todo?


Quizás las Musas solo estén aburridas

Encima, después del proceso nocturno, cuando voy a buscar una imágen para vos, para tu entrada, hacés que surja esta de los billones de imágenes que circundan la red...

Sos mordaz, sos traviesa, sos evanescente y muy mística. Me manejás como si fuera un títere y, sin embargo, no detecto en vos maldad o interés alguno. Sos la personalidad que siempre estuvo presente, ese amante-enemigo, esa femme-fatale que no puede faltar en obra alguna mía.
Sos la excelencia, dandome ese placer menta, psíquico y espiritual que nos da a los artistas (espero no pecar de hedonismo o agrande con esto) cuando las ideas se plasman en nuestra cabeza, corazón y ser.

Ustedes, los lectores que han dado a luz ideas, ya sean pensadores o artistas, sabrán de qué hablo, no? Esa sonrisa estúpida que se nos pinta en el rostro mientras caminamos por la calle, como si estuviéramos enamorados; esa energía que nos acelera el paso y hace que trotemos un poco, esa sensación de felicidad y bienestar que reververa en el pecho y se agranda, expandiéndose por todos nuestros chakras; ese éxtasis mental que no deja de manar, hasta que encontramos alguna falencia o limitación en la idea: pero sin embargo, el éxtasis sobrevive a la muerte de la idea, como si hubiéramos descubierto algo realmente nuevo, y somos dueños de lo nuevo, como un Mago es el dueño del secreto de su Magia.

Leela, mi amante, hermana y musa, gracias por existir.

Desde la provocación como femme-fatale en el arquetipo de Lylia, desde el beso fatal que me dieras bajo otra piel, desde el dolor que era placer, desde la ruta que no termina nunca, desde el peso de la inmortalidad, desde el éxtasis divino de vivir la aventura inhabitable, desde el vampirismo pletórico y adolescente (a quien haga la analogía con Crepúsculo lo asesino <.<), desde la oscuridad creciente.

Desde el sacrificio, desde la investudura de Maestro, desde la caída brusca hasta la humildad nuevamente, desde la tristeza alegre de no poder morir...

Desde las noches de recorridas, las luces de sodio y los cigarrillos después de cada momento justo.

Desde la compañía cuando nadie me acompaña, y solamente te siento sentada en mis hombros,
enrulándome el pelo al compás del ruido de mis borcegos.

Desde los viajes... los eternos y poderosos viajes que he llevado a cabo, y los que todavía tengo que llevar. Desde los que necesitan mi traslado físico y desde los que no.

Desde los rituales... extensos, inseguros y poderosos.

Desde la expulsión y la defensa, desde mi propio ente personal para la defensa y el orden energético.



Desde cualquier lado, Leela... no sé qué conseguís conmigo, o cuál es el móvil que te motiva a estar a mi lado. Solamente sé que te voy a tener, then again, hasta el remoto día en que me acompañes también a aquella otra dimensión que los vivos no podemos trascender.



Leela, mi dulce y amada Leela, nunca te separes de mi.

1 comentario:

  1. Quizás lo más triste de tener una Musa o un Guardián, es que uno lo haya callado, quizás de por vida...
    Es que cuando se pierden ciertos sueños, ciertos objetivos... ciertas habilidades para pintar la realidad con palabras... cuando se crece bastante torcido y las tinieblas toman los rincones de la muerte (quise poner mente, pero salio esta palabra, dejemosla)... cuando la inocencia de la creencia en la huminidad, la confianza en los que más amas, la paz interior, la familia, el amor, todo todo todo se corrompe, se destroza... quien ha de morir es quien acompaña... quizás como una sacrificio para que sigas viviendo y tu cordura no se vea tan manchada, después de todo...
    Supongo que así murio... calle... a quien me acompañaba... se que no mueren del todo, que están ahi... que lo invoco como un personaje más (hijos los llamas vos)... pero a quien está tan cerca mio, no me atrevo a mirarlo... porque se que lo he destrozado simplemente por no destrozarme a mi...

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