jueves, 10 de septiembre de 2009

Digestión Social

A veces me pregunto que sería mejor, o que sería más descansado: seguir conociendo el mundo desde los ojos que me tocaron, o poder pararme desde los pies de otro, alguien que se inquiera mucho menos. No quiero victimizarme o exhaltar propiedades que me son ajenas, pero quienes comparten mis puntos de vista comprenderán mi óptica respecto a este problema. Las mentes curiosas no podemos evitar superarnuestras espectativas con creces, a la hora de la cuestión y el exámen de diversos aspectos del todo. La realidad se nos presenta como el collage o el caleidoscopio constantemente cambiante, conformado por miles de parcelas que, usualmente, procedemos a intentar comprender, o esbozar al menos una tos de teoría para sustentarla en el tiempo y el espacio.

El problema, naturalmente, terminamos siendo nosotros mismos, pues como analistas fantasmagóricos de la realidad que somos terminamos comprendiendo que el complejo y aberrante sistema social en el que nacimos no tiene un lugar específico para nosotros. Ahora, esto desencadena dos cuestiones que voy a mencionar a continuación:

- El problema de la Pertenencia: El hecho de pertenecer, necesariamente, a este Sistema Social Complejo, y de estar pendiendo de esa red de aparejos y cuerdas que es la Cultura (pues nos conforman, tanto o más como nos conforman partes de nuestro cuerpo), nos ata necesaria y trágicamente a él, por lo tanto, el hombre promedio buscará su lugar en el Sistema con una naturalización que a veces nos despierta escalofríos. Nosotros también tenemos esta llamada a buscar un Lugar en el Mundo, pero como analizamos y cuestionamos todo nos quedamos usualmente en la disyuntiva, entre la crítica a la búsqueda y la búsqueda misma.
El vacío que se genera al faltarnos el lugar en el Océano de personas puede ahogar al más diestro nadador de Cultura, y las más fuertes mareas se producen al romperse las olas contra los arrecifes que somos. Pero somos indefectiblemente mortales, finitos y humanos. La persistencia a través del tiempo nos consume e, inexorablemente, lo único que queda de nosotros es el recuerdo, la memoria evocada y la persistencia de nuestra escuela por continuadores ajenos. Pero me estoy yendo de tema.

- El Problema de la Exclusión: Tampoco el Sistema Social nos mira con buenos ojos; en estos días en que el Progreso puede parecernos una idea tonta, termina siendo una realidad dura y fría para afrontar. El utilitarismo y la búsqueda del provecho desencadena en el propio Sistema Social una necesidad de palpar en lo físico y en la certeza el fruto de nuestro trabajo, sin terminar de comprender que el verdadero fruto de nuestra labor es el proceso mismo y no el producto final. Quedamos, entonces, varados entre carteles hipócritas que declaman nuestra inserción en el Sistema, que nos reclaman y no quieren dejarnos ir, pero a la vez terminan poniéndonos en circunstancias desfavorables, nos matan de hambre y sed (tanto física como mental) y nos empujan, como quien intenta manejar el arado de posibilidades de nuestro panorama general, como bestias de tiro más que como individuos. Ahora bien, este tratamiento no se debe a nosotros únicamente, y no hay hombre que deba ser tratado como bestia, jamás.

Acá vemos claramente la pérdida de dignidad a la que se ve sometido el individuo que intente permanecer en el Sistema Social, y perpetrar aquello para lo que se cree apto y capaz. Quizás sea más evidente en nuestro campo (el de los analistas del hombre), pero esta epidemia se expande a casi todos los campos, en casi todas partes. Por supuesto que las excepeciones existen, pero son escasos los casos recurrentes en que realmente el Respeto bien inculcado logra trascender a la Hipocresía Social.

Todo esto conforma lo que yo personalmente denomino la Digestión Social, esto es, cómo el propio Sistema Instituído descompone y asimila al hombre a su compleja maquinaria oxidada. El oxido con el que adorno mi propia óptica del engranaje asimilador chilla por su vejez, puesto que esta máquina viene funcionando desde hace demasiado tiempo como para poder concluírla ahora, o dentro de muchos años (como todo cambio, si algún día deja de funcionar, será gradual y muy lento)

También resulta curioso y casi patético el hecho de cómo el propio hombre se pone palos en la rueda, o piedras en el camino; además, cualquiera puede observar el complicadísimo sistema de falsa recepción, desde donde se adecua al individuo a responder a ciertos estímulos (desde la cuna misma) y a contentarse con determinados eventos. Es siniestro, pero todos estos guiños conductistas que existieron y existen desde siempre son inculcados por aquellos que más nos aman, desde nuestros amigos, desde nuestros amantes. Todo evento humano, desde el proceso de alimentación hasta la diversión misma (la diversión es el mejor placebo que usamos, hablaré de esto más tarde) está mediado y determinado a un simple hecho, que es el brindar un falso bienestar y especie de Felicidad Descartable o Felicidad de Plástico. Pues esto es lo que se persigue, y es lo que se cree alcanzar en estos pequeños momentos idiotas.

Esta serie de cuestiones es un análisis que estoy pasando por escrito, y que comenzó con The Never-Ending Fire , y terminará cuando me canse de hablar de esto. Por supuesto que no soy el único que ve esta serie de eventos; hay ahí afuera más de uno intentando ver el todo, o viéndolo desde ya. Pero la gran mayoría de nosotros termina cayendo en la resignación y en el olvido de los ideales, para poder vivir relativamente tranquilo.

Pues, como dije en el principio de este artículo, hay emparejada aquí una cuestión un tanto truculenta, de intranquilidad y de molestia constante, en el hecho de ser uno de los pocos obstáculos que este monstruo de engranajes y calderas de vapor tiene.

Pero, como diría Miguelito en una tira de Quino, Una pulga no puede detener una locomotora, pero si puede llenar de ronchas al maquinista


Les dejo un video con el cual, quizás, hallen analogía


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