miércoles, 18 de marzo de 2009

Los Muchos Mundos

La noche me recibe siempre en su cálido abrazo, y el día me levanta con suaves empujones. Pero por más que me ponga poético, este texto no va a abarcar mis elogios y amables palabras para los diferentes momentos del día, o para el día en sí.
Este texto es para hablar de todos los días, de todos los años, de todas las unidades temporales posibles. Este texto es para hablar del Universo que habitamos, que habito, que habitaremos y que habitaré; ese mismo mundo lleno de guerra, peste, muerte y desolación: ese mundo que es flor y primavera, que es nacimiento y muerte, que es luna reflejada sobre las olas y sol verdeando campos de vida.
Esto es respecto de los mundos, todos esos mundos en que existimos y co-pensamos.

Partamos de la base de las diferentes concepciones del mundo. El mundo, el Universo, el ser humano no es el mismo para un religioso que para un científico, ni tampoco para un ocultista, ni para un ingeniero. El Mundo de cada uno, ante los ojos de cada uno, cambia con cada ser humano, así como cada ser humano es distinto y distinguible de cualquier otro. Y así como los copos de nieve no tienen igual con ningún otro, los mundos que creamos no tienen comparación con ningun otro.
Es, entonces, el mundo comunal una mera mentira, una ilusión, una hipocresía colectiva? No, el mundo comunal existe, pero existe como el resquicio y el desgasto de cada uno de los mundos comunes. Un hombre puede crear en su mundo lo que desee, y puede hacer de su vida la más alegre o la más desgraciada si lo desea. No puede saberse con certeza el origen del mundo comunal; puedo afirmar, desde mi concepción, que los muchos mundos coinciden en muchísimas cuestiones a lo largo de lo que es definición, creación y creencia. Puedo afirmar, por ejemplo, que la gran mayoría de los hombres (odio las generalizaciones, inclusive con aquellos casos que parecen afectar a la totalidad) sabe que si suelta un objeto este caerá irremediablemente al suelo (Ley de Gravedad). Puedo afirmar que la gran mayoría de nosotros sabe que el día sucede a la noche, y ésta a un nuevo día.
Es en estas características que los muchos Mundos, los copos de nieve, coinciden y pueden ser comparados; de ahí es que podemos relacionarnos, habitar y existir. El Mundo nuestro puede llegar a resultar un problema cuando queremos hacer que el otro vea a su propio Mundo con nuestros ojos, puesto que esto resulta imposible para casi todos (para un hombre dispuesto, nada es imposible). La imposición y la violación del libre albedrío de unos sobre otros resulta en la violenta extinción de la multiplicidad de los mundos, y en su terrible falta de originalidad radica el mundo común, apagado y triste al que la gran mayoría de los hombres suele acogerse.
Suponiendo que un hombre cualquiera es criado en una familia que tiene un negocio propio que ha pasado de generación en generación, la mayor y principal predisposición de este hombre será crecer (rodeado de todo lo que eso implica, con la firme tradición afianzada y arraigada) y tomar la posta de su familiar en orden superior, a saber, su padre o su abuelo. Pero puede que, de todos los mundos que "toquen" su mundo en el proceso de crecimiento, haya alguno que pueda movilizar sus esquemas de pensamiento lo suficiente como para que considere dejar el negocio familiar, tan querido y rutinario, para ceder a una nueva óptica de vida.

Sin lugar a duda, los muchos Mundos se tocan. Todo el tiempo, con acciones, hechos y palabras, los Mundos de otras personas nos rozan, nos acarician, nos empujan y nos tientan. Cada hombre predica, sin saberlo y sin darse cuenta, su modus vivendi con su mera proximidad. Desde el modo de vestirse, el modo de moverse y de mirar a los demás, expresan sentimientos, pensamientos, impulsos propios de él o de la masa que le influencia. Este código es tan antiguo como el hombre mismo, y es probable que más de uno de ustedes, lectores, haya pensado y considerado esto alguna vez: es propio de la naturaleza humana indagar. Nunca quisieron analizar a una mujer hermosa sentada en un colectivo? Nunca quisieron imaginarse la historia que llevó a un vagabundo a la calle? Nunca percibieron el aire apagado en torno de los que quieren conseguir adeptos para su credo?

Si, los Mundos se tocan y se modifican constantemente entre sí. Desde el hombre que ofrece una nueva experiencia a otro (por ejemplo, incitándolo a probar el tabaco, o a leer un libro) que para él ya es regular, lo está invitando a copiar características propias de su Mundo, y es así como las semejanzas hacen que cada individuo pueda cohabitar un propio mundo comunal.
El Mundo Comunal no es más que la unión de todos los rasgos irrevocables que existen dentro de todos los Mundos Independientes, aquellos propios de cada persona. Es probable que los Mundos Independientes se asemejen muchísimo en el caso de ciertas comunidades, de ciertos grupos o secciones sociales (como grupos religiosos, comunidades de amigos o conjuntos de alumnos), pero nunca son del todo iguales. Cada hombre es indivisible e inigualable.
El Mundo Comunal se asemeja, en cierto sentido, a la luz. Cuando es descompuesta, se puede apreciar en el espectro que son muchos los colores que la componen: no obstante, solo existe cuando todos esos colores coinciden.

El roce o el contacto, o mejor dicho la concepción de cada uno de los Mundos Individuales de los otros podría explicarse con una excelente metáfora que voy a pedirle prestada a la película Unbreakable (creo que era de ahí). Al explicarle un hombre a uno de los protagonistas el porque era poseedor de ciertas "facultades especiales" que el resto de los hombres no tenía, el hombre decía: "Imagínese que la Realidad es una Cueva por completo oscura, o una Caverna en la que los Hombres regulares están sumidos en la oscuridad, y así pasan toda su vida, andando a tientas con los pocos sentidos que poseen. Nosostros (refiriéndose a los que tenían facultades especiales) somos hombres, pero poseemos antorchas que nos permiten ver parte de la caverna. Por supuesto, jamás podremos contemplar la totalidad de la caverna, pero podemos ver con nuestra pequeña luz haces, pedazos, trozos de lo que nos rodea como realmente es"
Modificandola, mi metáfora quedaría así: Somos hombres sumidos en la Oscuridad de la Realidad, y nos es dada nuestra pequeña luz para que relatemos como es nuestro mundo desde nuestros propios ojos. La Caverna de la Realidad es la misma para todos los hombres, pero que sucede cuando dos hombres con antorchas se topan en la oscuridad? Por supuesto que ninguno de los dos verá al otro de la misma manera que cada uno se ve asimismo. Para empezar, cada uno se ve asimismo como desea o como cree verse; nunca se contempla realmente a uno mismo, sino lo que los ojos de nuestro mundo nos dan como imágen subjetiva. Y como segundo punto, cada hombre ve a otro con su propia luz, y no con la ajena: es decir, verá sombras donde deba verlas y formas donde decida verlas, puesto que las luces no son iguales a todos. La Luz es la perspectiva del mundo en nuestra metáfora, y es ahí donde se explica perfectamente lo que quería narrarle al lector: es probable que jamás comprendamos del todo al otro, al semejante, al que tenemos delante: esto es posible desde el momento en que él mismo no puede comprenderse ni conocerse en su totalidad, ya que sus ojos no son otros que los del mundo que él mismo creó. Pero, con la suficiente paciencia y persistencia, podemos llegar a un punto medio, a una pseudo-comprensión y conocimiento de lo que los mundos de los otros son.

Por supuesto, no quiero abordar acá el tema de las relaciones: ese es tema que dejo para más tarde o más adelante, así que me limito a hablar respecto de los mundos y a concluír este post con una breve réplica a la refutación más básica y esencial que se me ocurre para todo lo escrito más arriba.
Probablemente me puedan tildar de loco al decirles que todo hombre es capaz de hacer, decir, pensar o sentir lo que quiera, con tal de que se lo proponga. También pueden decir que no creen en mi visión de los muchos mundos que se tocan y se modifican, ni en que la Realidad nos sea desconocida. Desde el momento en que el hombre considera atarse bajo las leyes que él mismo crea y se impone, su visión se limita claramente: no es la misma mente la de un matemático que la de un profesor de Historia, ni tampoco es su predisposición al cambio y a la novedad. Lo novedoso y lo desconocido asusta, espanta, y está también en nuestra naturaleza volver a la tranquilidad y la paz, la serenidad y la seguridad. Que un hombre le diga a otro que es el responsable de su propia suerte puede ser alentador o muy cruel, dependiendo de la situación.
Pero, volviendo al tema, el hombre que desmiente mis palabras y las sumerge en el mar de las pamplinas está simplemente juzgando mi mundo desde su luz, lo cual no está mal mientras no intente modificarlo. Todos los mundos y todas las visiones son válidas, y hay tantas como hombres existen y existieron.

Vivan su mundo y creen su propio mundo con lo que les hace sentir bien. Vivan alegres y construyan su futuro con la misma templanza con que vivieron hasta ahora. Nadie puede ni debe desautorizarlos a hacer, pensar o sentir nada. Nada está mal, excepto el intentar modificar el mundo de los otros.

Sean felices, y espero que mi caotico escrito no los haya llevado por caminos tempestuosos.

Vedaust

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