miércoles, 4 de noviembre de 2009

El Ego estrellado entre los Bytes

Lo podrido de quedarse sin internet cuando sabés que del otro lado te están esperando cosas es, precisamente, el tener ese conocimiento podrido con vos. El saber, el tener la certeza de que aquello que vos buscás y esperás está del otro lado, sin dejar siquiera una ligera sombra de duda, te hace remarcar cada tecla del teclado, cada curva del mouse, cada píxel (aunque no los encuentres con el ojo, los ves con tu mente) del monitor.


El conocimiento es lo que te pudre lentamente. Como la manzana corrupta corrompe al cajón entero, la certeza, dura fruta magullada, trastorna y trastoca al cajón que somos.

Poco a poco, lo ves venir y lo vas viendo dentro tuyo. Comienza con un poco de molestia psíquica hacia el aparato que no te obedece. Le sucede una llovizna de insultos mentales hacia la empresa que te provee el servicio, mientras que nosotros mismos nos tranquilizamos pensando que ha de ser temporal.

Luego de un tiempo de reintentar, no te cabe la menor duda de que hay algo que anda mal ahí dentro. Suspirás pesadamente, mientras intentás hacer todo lo humanamente posible para que la conexión funcione. Recorrés todo el camino, desde lo más básico y troglodita (como comprobar que los cables están enchufados) hasta lo más complejo que tu mente, experiencia o ambas hayan llegado a conocer.

Finalmente, te desplomás, con una buena tensión en los músculos, frente a la fría certeza de lo que no querías que pase. Efectivamente, la máquina es máquina y no comprende, no computa tu calentura; también es relativamente fácil entender que la máquina no está fabricada para reconfortar a un usuario intranquilo, sino solo para informar.


Y es triste darse cuenta que aquellos que diseñaron la máquina no tuvieron en cuenta cuan perjudicial puede llegar a ser la información cruda, como mera notificación.

Claro, ríanse ahora. Cualquiera podría estar riéndose frente a esto, y lo comprendo. Pero solo aquellos que han pasado por el stress de no poder dilucidar la falla que nos separa de ese abismo virtual al que queremos acceder, podrían captar hacia donde voy. Y esto también supera la necesidad del estúpido usuario regular de internet (o los internautas, que hay millones), hasta para el “reparador de pc, ese chico gauchito”, o para un pequeño analista en sistemas que ha trabajado durante veinte años en el rubro.


Claro, toda profesión tiene la horma de sus zapatos, e inclusive los médicos se topan con enfermedades incurables. Inclusive esta decepción tiene más derecho a generar calentura, porque se trata de vidas humanas, y no de una mera maquinita.


Equivocado en parte, acertado en otra, quizás este apresurado juicio nos de la herramienta necesaria para poder llegar al quid de la cuestión.


Verán, quienes trabajan y se pelean con máquinas difieren en las otras profesiones en tres cosas: en el hecho de ser una creación humana hecha para y por el hombre, en el hecho de ser manejada por hombres y en la relación que entre creador y usuario existe.


Claro, un zapato o un auto son creaciones de y para el hombre, y son manejados por hombres. Pero carecen de la relación comunicativa, o la ilusión de aprehensión que el hombre crea cuando trata con una de estas máquinas.


Las máquinas tienen un arma que nosotros mismos les dimos, y es triste considerarlo así: si bien puede perdonarse el error humano del otro lado a la hora de que algún detalle se haya escapado en su diseño original, tampoco puede dejarse correr todo.


Y volvemos a la instatisfacción, ese déficit con que nos deja la máquina a la hora de solamente notificarnos de algo y no rebuscarlo con argumentos, consejos amistosos, palabras tranquilizadoras.


Porque esta espada de doble filo, que es el elemento humano, no cesa de cortar para ambos lados.

Claro, podemos jactarnos de tener máquinas más rápidas que el cerebro humano y demás estupideces huecas, pero cómo podemos pretender que un producto del hombre alcance la perfección, el autoabastecimiento y la plenitud, si su propio hacedor es imperfecto?


Sigamos estrellando nuestro ego cada vez que la actividad regular sea truncada por algún motivo fuera de la curricula.


Arrivederchi





Nota: esta entrada fue escrita tras una fuga de Arnet. Se desconocen las circunstancias en que el servicio logró el escape de sus custodios, y aún al momento de la conclusión, se desconoce su paradero.

1 comentario:

  1. Amh.... me acaba de pasar de tener que dejar a la compu un rato en suspenso (apagada) para que pueda retomar la conex, sino, iba a estar como usted, saltando encima del monitor...


    http://www.youtube.com/watch?v=JSN_g6DjKQ8&feature=related

    JAJAJA, JUSTO LO QUE BUSCABA!!!! y que alegria cuando todo funciona, no? (aunque no entiendo que corno dice al final del video, pero ya todo tarado que vio la peli lo sabe) (PRESENTE!!!)

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